La palabra vendimia viene del latín vindemia, vocablo formado por vihum (vino) y demere (cortar, quitar). Desde tiempos ancestrales, la vendimia ha sido un momento señalado y celebrado por el hombre. La proximidad en el tiempo entre la vendimia y el cambio de estación, así como el valor simbólico atribuido culturalmente a la vid y al vino hicieron que el momento de la cosecha de la uva se celebrase de forma especial a través de fiestas y rituales en los que participaban centenares de personas.
Ya en el antiguo Egipto existía esta costumbre. También los Israelitas otorgaban un significado especial al momento de la vendimia, con todo un ceremonial a su alrededor. Los griegos tenían su particular festividad en la que la vendimia iba precedida por un largo ritual tras el que los hombres y mujeres bebían hasta el punto de tener que ser conducidos hasta sus hogares sobre los hombros de sus esclavos, aunque se trataba de mantener el carácter solemne de la celebración.
Pero fueron los romanos los que con la festividad de VINALIA instauraron una tradición de la que aún hoy pervive la esencia de celebración de la bondad de la cosecha y de los frutos que en ella se recolectan.
Vinalia era la fiesta que precedía la temporada de la vendimia, en el ritual el Flamen Dialis (autoridad encargada de conducir la ceremonia) ofrecía a Júpiter (deidad suprema de la mitología Romana, equivalente al Zeus griego) las primeras uvas cosechadas. La tradición indicaba que primero debía vendimiarse la parte de la viña expuesta al sol y posteriormente la que permanecía en la umbría.
En la Edad Media, con la llegada del Cristianismo, el vino adoptó un carácter sagrado y litúrgico, ya que para los cristianos representa la sangre de Jesucristo. No se conoce mucho acerca de las fiestas de la vendimia como tal, sobre todo si tenemos en cuenta que los cultivos se ubicaban fundamentalmente alrededor de los monasterios, en los que reinaba la austeridad. Sin embargo, una vez entrado el Renacimiento, y con la vuelta de los valores y prácticas de la Era Clásica, igualmente volvieron todos los rituales paganos en torno al vino, copiando en la medida de lo posible las prácticas y fiestas de entonces.
Con los años, y entrando en el mundo moderno, las fiestas de la vendimia fueron asentándose y creando una auténtica tradición en toda Europa occidental. Concretamente en Francia, se tenía la certeza de que sus tierras poseían viñedos desde la época de los celtas, grandes expertos en viticultura. Esta parte del país tiene una larguísima tradición de la vendimia que no ha podido ser documentada al completo, pero es muy probable que de allí provengan las fiestas de la vendimia que hoy conocemos.
Hay varias ciudades europeas, como Vevey (Austria), que aún mantienen las fiestas de la vendimia originales, sin haber sufrido ninguna modificación desde la época medieval, convirtiéndose así en fiestas de importante interés cultural.
En nuestra denominación de origen, Cariñena, la Fiesta de la Vendimia, reconocida como de Interés Turístico de Aragón, se ha establecido como una de las festividades gastronómicas clave de la comunidad autónoma y podremos disfrutarla el próximo fin de semana.