La uva más común es la Vitis vinifera, aunque hay otras muchas, incluidas algunas originarias de América. La Vitis vinifera incluye más de 600 especies de arbustos, por lo general trepadores y que producen frutos en baya, propios de países cálidos y tropicales. La uva ha sido siempre un excelente alimento, y las noticias de su uso en la elaboración del vino se remontan a hace unos 6.000 años.
Las uvas cultivadas especialmente para producir vino no acostumbran a ser tan agradables para comer, ya que suelen ser más pequeñas y su piel es más dura. Las uvas pasas, tan comunes en muchos platos mediterráneos, así como las otras formas en que se pueden conservar las uvas para su posterior consumo, constituyen también un inestimable alimento de invierno.
La uva no sólo es sabrosa y sacia la sed, sino que posee propiedades digestivas y sustancias con propiedades muy beneficiosas para la salud como antocianos, flavonoides y taninos, responsables de su color, aroma y textura. Contiene glucosa, fructosa, vitamina C y vitamina B. Pero uno de los componentes más beneficiosos para la salud y que más interés ha causado entre la comunidad científica es el resveratrol, el antioxidante más fuerte que existe, que retrasa el envejecimiento. Se trata de un compuesto natural que se produce en las plantas, normalmente como respuesta inmunitaria tras una agresión o infección, que se acumula en la piel y que pasa a la semilla de la uva. Este compuesto está también presente en frambuesas, chocolate negro, moras, bayas, cacahuetes, nueces, avellanas y almendras.
La uva, en definitiva, encierra propiedades nutritivas incuestionables, incluso tomadas en pequeñas cantidades.